El cierre de Interviú responde en mi opinión a dos principales razones, ambas muy ligadas a la
expansión de la Red y su multipolio absoluto.
Interviu, la revista que
nació en 1976 y se hizo famosa y polémica por sus “conejitas” más que por sus
artículos –aunque por supuesto todos la compraban por su excelente periodismo-
ha llegado a su fin y lo ha hecho porque sus dos puntales han sido absorbidos
por Internet; como en tantos casos la prensa escrita, ha acabado claudicando
ante la Era Digital.
Los dos puntales de los
que hablaba son, los artículos periodísticos y las tetas.
Sí, sí. Digámoslo claro.
Como en el caso de otras publicaciones similares, sus artículos (no
vamos a entrar a juzgar su calidad) se veían eclipsados por el hecho de que la
revista tenía “patente de corso” para publicar desnudos y no ser considerada
una “revista porno”.
Y actualmente, ese
material “adulto” se puede encontrar ya por millones –o por ‘yottabytes’- a un
par de golpes de teclado. Incluso aunque no lo busques.
El que quiere verle el “intríngulis”
a la famosilla (o también famosillo) de turno ya no tiene que esperar a un día
determinado de la semana o el mes, para ir al quiosco y pasar por la vergüenza de
pedir una revista física y, lo mejor de todo, ¡no tiene que pagar por ella!
El morbo que despertaba,
el gran acontecimiento, de que una celebridad que habitualmente veíamos en la
pantalla en circunstancias normales, se exhibiera
públicamente…no solo ya no es novedad, si no que antes que pueda salir el
artículo en la revista ya hay en la Web mil y una imágenes y vídeos; unos montajes o “fakes” y otros robados reales o extraídos de ese pasado
que a todo famoso le gustaría olvidar.
En definitiva: El desnudo
ya no vende; no al menos para justificar económicamente una tirada mensual, aún
menos semanal.
El segundo motivo –menos jugoso
pero más serio- es el del “periodismo de calidad”.
Dejando aparte que los
últimos años son pocos los medios que no se han sumado a las “noticias de
impacto” exagerando un hecho trivial o vendiendo un artículos basura con un
titular llamativo o una frase que aparece escandalosa, pero solo sacada de su
contexto, es difícil decir qué es el “periodismo de calidad”.
¿Es ese periodismo “incisivo”
que practican algunos? ¿Es llegar al acoso e incluso a la mala educación entrevistando
a alguien? ¿Es solo llamar la atención y conseguir vender una bagatela como “la
historia del siglo”?
Yo creo que no, pero esa
es mi opinión.
Y también esto ha sido
una de las causas de la caída de este pequeño gigante histórico… fósil de gigante
y no tan histórico, al fin y al cabo: Internet
y, no menos, el periodismo “amateur”.
Quizás el lector recuerde
la polémica que hubo hace ya algunos años sobre el intrusismo periodístico que
suponían los blogueros.
Se consideraba que
aquellos que escribían noticias de actualidad en un blog, eran uno memos
aficionados con ínfulas de periodista que solo escribían datos sin contrastar
y, por supuesto, sin la mínima profesionalidad. Pero que a causa de su masiva
presencia en Internet, la “desinformación” que provocan, llega a más gente que
el periodismo “profesional”.
“Cualquiera puede escribir su opinión en su “rinconcito particular” de
la Red, pero de ahí a llamarlo noticia, va mucho.”
Pero el caso es que poco
a poco –con sus bulos, falsas noticias, y saturación de desinformación, la "Web
de webes" ha ganado la partida y ahora son pocos los periodistas de carrera que
no tiene su propio blog, la mayoría más de uno, tanto en la página web
de la versión digital del periódico o revista para la que escriben, como blogs
independientes alojados en los portales habituales.
El bloguero no puede ni
debe hacer periodismo “serio” y debe limitarse a tener su “blog de opinión” .
Nunca debe invadir el terreno de la información de actualidad ni aunque sus
fuentes sean serias y contrastadas; pero, claro está, el periodista sí puede abrirse
un blog –o un ciento de ellos- pues bién
tiene derecho a expresar su opinión…
El caso es que,
finalmente, la partida la ha vuelto a perder el “formato físico” más caro de
mantener y distribuir y, por mucho que los “pesos pesados” de la prensa le echen los perros a la información informal
que hacemos muchos, una vez más desde la
creación de Internet, se han visto obligados a apagar los famosos “luz y taquígrafos”.
Menos puestos de trabajo,
menos sueldos y menos molestias.
Desde la redacción del
artículo hasta la distribución logística pasando por la maquetación, o las correcciones
de galeradas (ya no hablamos de los cajistas tipográficos, la Fe de Erratas o
el revelado fotográfico, perdidos hace tiempo) todo desaparece con una edición
digital…pero en el caso de Interviú ni eso les salía a cuenta.
Esta revista nació en una época en el que el periodismo y el escándalo debían ir de la mano porque así
gustaba a la gente; es lo que el público pedía…y sigue pidiendo. Pero ahora ya
no es original; todos los pseudo-famosos y fenómenos de feria de las pantallas
están en unos minutos siendo viral a nivel mundial y pocos no han enseñado ya
su anatomía y casi nos obligan a verlo con publicidad invasiva o murales de
noticias forzosos aunque en algunos casos deseemos echarnos acido en los ojos para no verlo.
Uno de los "misterios" que nos quedan por averiguar es por qué no aprovecharon su cuarenta aniversario, en 2016, para cerrar su última edición, lo cual habría sido un mayor golpe de efecto.
Aunque quizás más grande, sería el misterio de como una revista que nació en, por y para el fenómeno del Destape -el qual ahora es visto como una mezcla de casposidad, desespero y candidez a partes iguales, fruto de su momento- consiguió superar el fin de ese fenómeno y mantenerse como revista de "actualidad"...pero no. Este misterio sí tiene respuesta. La tetas son atemporales.
Sin embargo Interviú ya no es la
revista rompedora, transgresora, polémica, irreverente y desafiante que era cuando el mundo aún no estaba saturado de todo. Interviú, ya no es.
Adel22