domingo, 1 de febrero de 2015

Asignaturas pendientes



El pasado primero de Noviembre aparecía en el editorial del suplemento “Es-“ de La Vanguardia una columna titulada “la cuenta de la vieja” donde, en pocas líneas quizás por falta de argumentos, se nos venía a decir que “antes” no se daba a los españoles educación económica (y que todos contaban con los dedos) y que es “hoy en día” que empezamos a necesitar este tipo de enseñanza.
La columna en cuestión servía de presentación a una serie de artículos sobre el tema.

Dos frases (que pueden resumir su contenido)me llamaron la atención en este artículo:

1)“No había educación financiera EN LA ESCUELA y nadie propugnaba que la hubiera. Eran otros tiempos.”
2) “El mundo de las finanzas [...] también pertenece al ámbito de la ECONOMÍA DOMESTICA, porque hacen falta unos conocimientos básicos...”

Este tipo de errores son producto del desconocimiento histórico y la falta de interés –a todos los niveles- por la literatura del pasado. Literatura de "Economía doméstica" y "a nivel escolar" como demanda y desconoce el columnista. 
Sinceramente, no sé en qué ámbitos se movieron los antepasados de todos los españoles –ya que generalizar tanto siempre es imprudente- pero puedo asegurar que no a todos faltaba la educación económica, hasta allí donde en su época era necesaria y mucho menos que todos necesitaran hacer la “cuenta de a vieja”; Precisamente se llama así porque solo las personas mayores de aquellas épocas necesitaban hacerlo de este modo.

Si bien es de agradecer que el periodista haya resucitado un término tan antiguo como este también es cierto que hace parecer que los nuevos talleres y peticiones de enseñanza económica son algo nuevo y flamante de esta época. Nada más lejos de la verdad. Si en la actualidad se están reclamando estas cosas, bueno es…¡fantástico! pero lo único que hacemos es seguir las huellas de nuestros antepasados….sin saberlo y por tanto sin reconocerles el mérito.


El libro que resucito hoy, cuyo título completo es “Lecciones de economía doméstica para las madres de familia”, es una pequeña joya del libro práctico del pasado.
 Llamado de forma coloquial -precisamente- La Economía Doméstica, fue escrito hace más de cien años por Pilar Pascual de SanJuan, maestra y pedagoga de la misma época que Jaume Vicens Vives, Dalmau Carles o Saturnino Calleja.

Edición de 1909  de La economía doméstica

En el libro se exponen de manera sencilla y amena, mediante historias y ejemplos prácticos, como y de que manera se puede economizar en el hogar consiguiendo el tan anhelado equilibrio “financiero” de una familia. Sin excesos y sin ruindades.

Hablando de ruindades económicas -se me permitirá el inciso- nombrare solo de pasada un clásico de la literatura catalana, "L' Auca del senyor Esteve" (Las aleluyas del señor Esteban), donde el abuelo del protagonista, cuando este es niño y al llevarlo a su primera escuela, le dice al maestro que sobre todo le enseñe a hacer "cuentas" y que lo demás no importa, ya que se habrá de encargar del negocio familiar. Un extremo que el autor de la obra, Santiago Rusiñol, como burgués de la Barcelona del novecentismo conocía y parodiaba con excelencia.


Destinados a conseguir que la “sufrida clase media” llegara a fin de mes sin dificultades, este tipo de libros (este no fue el único en su género si bien fue el mas exitoso), llevaban página a página al alumno a convertirse en un auténtico “economista” de su casa y es precisamente gracias a eso que nuestros abuelos no se vieron en las situaciones en que nos vemos ahora.
Comprar en el mercado, zurcirse los calcetines o bajar la calefacción son consejos que podemos encontrar en este libro (como en varios similares de su época) y que consiguieron que la -siempre tan maltratada- economía española- subiera de la mejor de las maneras posible. Casa por casa, familia por familia.

Este libro, estaba destinado a un publico femenino y adulto, pero existieron versiones para la enseñanza escolar española, principalmente de las futuras amas de casa (según la concepción de la sociedad de la época) ya que siempre fue la mujer la encargada de la administración de la economía familiar.



Podemos estar seguros de que en estos libros, cuya inocencia ahora nos hace sonreír, no se hablaba de la "prima de riesgo" ni del Ibex35 sin embargo cumplían con su misión: hacer ciudadanos ahorradores y conscientes de la necesidad de "mirar el céntimo".
¿Cual es entonces el motivo de que libros tan útiles hayan caído en el olvido? La respuesta es sencilla (y conocida) Estos libros fueron reeditados y usados en un periodo muy concreto de la historia de nuestro país y es por ello que ahora están estigmatizados ya que mucha gente no investiga la antigüedad de las publicaciones originales.
Por culpa de ciertos prejuicios fruto de la incultura, estos libros nos suenan a "florido pensíl".

Muchos -los más razonables- podrán decir que estos son consejos de hace un siglo para gente de hace un siglo pero se está demostrando que este modo de vivir era lo que hoy en día llamaríamos “sostenible”; Que era útil y que producía buenos frutos.
De la misma manera que no se puede rechazar lo nuevo por sistema, tampoco es bueno hacerlo con lo antiguo solo porque lo es. Si algo ha demostrado ser útil debemos aprovecharlo aunque nos parezca arcaico.
El gran problema es la ignorancia de nuestro pasado; el desconocimiento de todo aquello que hemos hecho de bueno, nos lleva a infravalorarnos delante de aquellos que solo saben cantar sus escasos méritos.
Pero dejando a un lado todas las virtudes y defectos que podamos encontrar en estos libros, lo cierto es que en este país si hubo quien se preocupó de enseñar economía doméstica en las escuelas y hace más de cien años.

Editorial "La cuenta de la vieja" del suplemento Es de La Vanguardia.

Fichas de Pilar Pascual de Sanjuán y de La Economía Doméstica en la Biblioteca Nacional de España.

A del 22